Qué calor está haciendo en Madrid este verano, es insoportable, sobre todo para los que aún nos quedan días para irnos de vacaciones y pisar la tan anhelada playa.
Nosotros, por suerte, tenemos piscina en la urbanización y las tardes se hacen amenas chapuzón tras chapuzón, pero cuándo llega el fin de semana apetece hacer algo diferente, desconectar del día a día y de la monotonía del baño tras baño.
Hace unas semanas, estuvimos en la Feria del Libro y tras un paseo por la zona, vimos el jardín botánico, ese día estábamos ya cansados, pero lo apuntamos para poder ir a verlo cualquier otro día, seguro que a la peke le gustaba.
Así que este fin de semana, y tras hacer por salir a pesar del calor, cargamos las mochilas de agua y nos fuimos para Madrid.
Es mejor ir en domingo porque se aparca muy bien, dejamos el coche justo en una puerta del Retiro y de ahí nos fuimos dando un paseo hasta el Botánico.
Llegamos sobre las 12:10 y vimos un cartel que había visita guiada y gratuita a las 12. Tarde.
La entrada cuesta 3€, hasta los 5 años es gratuita y para inscritos en el INEM, presentando la cartilla sellada también.
Nosotros fuimos con botellas de agua, pero hay máquinas dispensadoras por todo el Jardín con agua fresquita por 0,80€ y también bastantes fuentes de agua potable.
Al entrar hay un plano grande para situarte, fue una pena que con este calor apenas había flores, así que nos fuimos directos a los invernaderos. Mi peke tenía muchas ganas de ver los cactus, y sobre todo los nenúfares. Hace poco descubrió a Claude Monet a través de un cuento, de ahí también que esta visita fuera especial para ella y que tuviera tantas ganas de ver un nenúfar de verdad.
Nos impresionó bastante, aunque yo me los imaginaba más grandes, la cantidad de plantas agrupadas por zonas y climas hace todo más especial. Además, apenas había gente.
Lo bueno de ir con niños pequeños es que todo les sorprende. Cualquier flor diferente es especial para ellos. Y sobre todo si al final del todo hay un estanque lleno de peces de llamativos colores.
Paseamos perdiéndonos por el jardín, vimos la colección de bonsais, espectaculares, y acabamos en un huerto. Y aquí es donde los niños de ciudad descubren de dónde vienen las cosas que comen, a ella lo que más le llamó la atención fueron las legumbres, o los girasoles llenos de pipas. Hay calabazas, pimientos, tomates, cereales, algodón...... todo bien señalado.
Como os digo, ya apenas había flores y eso desluce un poco. Nosotros pensamos ir alguna primavera, seguro que tiene que ser espectacular.
Ah! y por el calor no os preocupéis, hay mucha sombra y corre aire, nos hubiéramos quedado allí a comer, vimos que había algunas mesas de merenderos muy cerca de los invernaderos, pero nos habíamos dejado la comida en el coche.
Sobre las dos nos fuimos a por ella, y al retiro, preparados con mantel y comida debajo de una sombra comimos, mientras la peke se encargaba de espantar palomas y corretear por el césped.
Tras la comida, el paseo, y el helado de rigor, cogimos de nuevo el coche y para casa. Habíamos pasado un día diferente y muy divertido.
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